Como los recabitas, aprendamos a vivir en tiendas. A vivir de una forma sencilla. A darle valor a lo que realmente tiene valor. No estoy diciendo por eso que no puedas tener una hipoteca, una casa, una empresa, un dinero en el banco… Pero tu corazón no puede estar ahí. Todo eso tienes que administrarlo entendiendo que es de Dios y que por encima de todo le sirves al Señor.
El Señor nos llama en su palabra “peregrinos y extranjeros”. Porque no somos de esta tierra, somos de otra tierra.
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