En la segunda parte de este mensaje, además de reforzar la verdad imperecedera de que Jesús nos ha sido dado como el don inefable, también meditamos en el gran llamado a que nosotros nos demos para Él.
En el final del mensaje ponemos el ejemplo impactante de los misioneros que murieron en la selva ecuatorial. Si somos del Señor, Él puede también darnos para los hombres. Si no escatimó ni a su hijo sino que lo entregó para salvar al mundo ¿no puede darnos a nosotros también para salvar a otros hombres?
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