El Señor quiere que pasemos de criaturas a hijos de Dios y de hijos de Dios distantes a próximos. Sin embargo, no podemos conformarnos con ser próximos pues el Señor nos llama a ser íntimos (Salmo 25:14).
Cada uno de nosotros debemos decidir si nos convertimos en íntimos. Esos se llevarán el tesoro más grande: su amistad; Dios les abre el corazón; el Señor los honrará.
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