y mis brazos para tensar el arco de bronce.
Tú me has dado también el escudo de tu salvación;
tu diestra me sostiene,
y tu benevolencia me engrandece.
Salmo 18: 34-35.
A continuación os comparto el vídeo del mensaje y después la enseñanza por escrito.
Él adiestra mis manos para la batalla
Él adiestra mis manos para la batalla,
y mis brazos para tensar el arco de bronce.
Tú me has dado también el escudo de tu salvación;
tu diestra me sostiene,
y tu benevolencia me engrandece.
Salmo 18: 34-35.
1. UN SALMO DE DAVID.
David tenía batallas reales contra enemigos naturales, anímicos y espirituales, pero descubrió a un Dios que le sostenía con su diestra poderosa y que adiestraba sus manos para la batalla.
La palabra adiestrar equivale a enseñar y guiar.
Es el hebreo LAMÁD que se traduce en la Biblia de varias formas, dependiendo del contexto:
- Aguijonear.
- Enseñar con vara.
- Aprender, domar, enseñar, instruir, acostumbrar.
De manera que la palabra ADIESTRAR está relacionada con conceptos como el golpear con vara para disciplinar; la insistencia hasta lograr algo (aguijonear); lo que hace un domador con un caballo; o el trabajo de un entrenador o maestro de enseñar e instruir.
Además, David dice que Dios lo adiestra para tensar el arco de bronce. El arco de bronce era para expertos arqueros ya que para tensarlo se requería fuerza y para acertar en el disparo mucho entrenamiento y precisión. No cualquier guerrero podía tensar el arco de bronce, solo el que había sido adiestrado para ello.
David no se convirtió en un gran guerrero de la noche a la mañana. Fue todo un proceso, una preparación, un adiestramiento. Peleó contra el oso, el león, el gigante, fue capitán con Saúl, comandó a todo Israel…
Sin embargo, no confiaba en su preparación o adiestramiento. Él confía en la diestra del Señor. Por eso dice en el versículo 35: “tu diestra me sostiene”.
En este mismo espíritu nos dice el Proverbio 21:31: “Se prepara el caballo para el día de la batalla, pero la victoria es del Señor”.
Un caballo no llega a ser un poderoso rocín de guerra de forma natural y silvestre, porque su naturaleza es salvaje. Debe ser adiestrado y eso implica tiempo, entrenamiento, bridas, freno, arreo, y mucha paciencia del jinete o domador.
David es como un caballo adiestrado o preparado para la batalla. El Señor ha invertido tiempo y trabajo en él para hacerlo un buen guerrero. Pero David sabe que su victoria viene del Señor. David confía en la diestra del Señor (Salmo 18: 35, “tu diestra me sostiene”).
Cuando leemos el Salmo 18 nos damos cuenta de que David ha sido salvado milagrosamente en muchas ocasiones.
En mi angustia invoqué al Señor,
y clamé a mi Dios;
desde su templo oyó mi voz,
y mi clamor delante de Él llegó a sus oídos. (vs. 6)
Extendió la mano desde lo alto y me tomó;
me sacó de las muchas aguas.
Me libró de mi poderoso enemigo,
y de los que me aborrecían, pues eran más fuertes que yo. (vs. 16-17)
Por eso David comienza este poderoso himno de victoria declarando: Yo te amo, Señor, fortaleza mía. El Señor es mi roca, mi baluarte y mi libertador; mi Dios, mi roca en quien me refugio; mi escudo y el cuerno de mi salvación, mi altura inexpugnable. Invoco al Señor, que es digno de ser alabado, y soy salvo de mis enemigos (Salmo 18:1-3).
De esta experiencia de David aprendemos que:
Verdad: Él nos adiestra, pero debemos confiar en su diestra.
2. NOSOTROS TAMBIÉN ESTAMOS EN UNA BATALLA.
Todos estamos en una batalla. Pablo la llama la buena batalla de la fe (1 Timoteo 6:12). Hemos necesitado más fe en los tiempos de pandemia y la vamos a seguir necesitando.
Nosotros también tenemos batallas todos los días: anímicas, naturales o espirituales, mas el Dios de David es nuestro Dios. Él adiestra nuestras manos para la batalla Y su diestra nos sostiene.
3. ÉL ADIESTRA MIS MANOS PARA LA BATALLA.
El Señor usa muchas cosas para adiestrarnos. Recordemos la palabra LAMÁD. El Señor nos entrena; nos disciplina como un Padre; nos doma como a un caballo; usa pruebas; permite que nos enfrentemos con retos o desafíos; situaciones demasiado grandes para mí en las que puedo aprender a confiar en Él y puedo descubrir su diestra poderosa, que nos sostiene.
4. “MIS BRAZOS PARA TENSAR EL ARCO DE BRONCE”.
Yo me siento incapaz para vencer en muchas áreas de la vida. Dicho de otra forma: hay muchos arcos de bronce que no puedo tensar por mí mismo, pues me falta la fuerza o la destreza para hacerlo. Algunos ejemplos:
- ser un esposo como Dios quiere.
- ser un padre en tiempos como estos.
- llevar adelante mi empresa.
- vivir con fidelidad en todo el proceso de servir al Señor.
- pastorear, predicar…
Sé que yo no podría por mí mismo.No tendría la fuerza para tensar el arco o la precisión para dar en el blanco. Pero Dios me adiestra como a David, cuando en Él confío y me dejo ayudar.
¡Lo puedo ver en mi vida y tú puedes experimentarlo también!
5. A VECES FALLO Y NO DOY EN EL BLANCO.
El hecho de que Dios me adiestre no quiere decir que va a ser fácil o que no me equivoque. Todos podemos tener un día malo en el que me falta fuerza; discuto con mi esposa; no me siento un gran padre; me sale mal una operación de mi trabajo; no le sirvo al Señor como me gustaría; etc.
Pero dice Lamentaciones 3:22-24 que sus misericordias y su bondad se renuevan cada mañana y ¡grande es su fidelidad!
Verdad: Si ayer no tensé el arco, no peleé bien la batalla, hoy tengo una nueva oportunidad.
Si hoy siento que no fui un buen caballo para mi jinete, Jesús, mañana tengo su perdón y misericordia que me proveen una nueva oportunidad.
¡Él me adiestra con amor y paciencia!
6. PENSEMOS EN JESÚS.
Él también, aunque era Dios, fue adiestrado para la batalla (Hebreos 5:8-9) y aprendió obediencia por lo que padeció. Jesús tuvo un proceso y una preparación.
Además, experimentó la otra verdad del Salmo 18: 35, “tu diestra me sostiene”. La diestra del Señor fue la que fortaleció y guío a nuestro Señor todo el tiempo, desde la cuna hasta la tumba.
Verdad: La diestra no solo me sostiene; también me adiestra.
7. EL ESPÍRITU SANTO, LA DIESTRA DE DIOS.
¿Qué diestra sostuvo y adiestró a Jesucristo? El Espíritu Santo. Él es la Diestra de Dios.
El Espíritu lo llevó al desierto, para adiestrar sus manos para el ministerio. El Espíritu Santo lo guió y Jesús fue como un caballo manso y obediente para el jinete del Espíritu.
8. ¿Y EN NUESTRAS VIDAS?
El Espíritu Santo es la diestra de Dios, quien está también con nosotros. Él nos sostiene, nos enseña, nos adiestra, nos guía (como a David o a Jesús).
¡Cuán importante (por no decir imprescindible) es su ministerio en nuestras vidas!
En estos pasajes encontramos algunas promesas de lo que el Espíritu Santo, como la diestra de Dios, hace a nuestro favor:
Isaías 41: 10 y 13.
Salmo 73: 23-24.
Salmo 98:1.
Son solo algunos ejemplos…
9. PERO DAVID SE DEJÓ ADIESTRAR.
Volviendo al Salmo 18, aprendemos también que David tenía un compromiso auténtico con Dios: se dejó adiestrar.
Lo más importante para Dios es que nos halle humildes para aprender: enseñables. El resto lo hace Él.
Verdad: Corazón y disposición aseguran buena formación.
¿Cómo vemos ese corazón y disposición para Dios en David? Él mismo lo confiesa en el Salmo 18:20-27:
El Señor me ha premiado conforme a mi justicia;
conforme a la pureza de mis manos me ha recompensado.
Porque he guardado los caminos del Señor,
y no me he apartado impíamente de mi Dios.
Pues todas sus ordenanzas estaban delante de mí,
y no alejé de mí sus estatutos.
También fui íntegro para con Él,
y me guardé de mi iniquidad.
Por tanto, el Señor me ha recompensado conforme a mi justicia,
conforme a la pureza de mis manos delante de sus ojos.
Con el benigno te muestras benigno,
con el íntegro te muestras íntegro.
Con el puro eres puro,
y con el perverso eres sagaz.
Porque tú salvas al pueblo afligido,
pero humillas los ojos altivos.
10. SOLEMNE ADVERTENCIA.
Cuando la diestra de Dios se aparta de nosotros estamos derrotados.
Josué y los conquistadores habían sido adiestrados por el Señor y también Dios les dio la victoria frente a los enemigos (su diestra los sostuvo). Pero el pecado de Acán y el no consultar al Señor en la batalla contra Hai (Josué 7) produjo que la diestra del Señor se apartase: el Espíritu Santo se entristeció. Ellos comenzaron a confiar en su propia diestra: su sabiduría, fuerza o preparación y cosecharon una derrota vergonzosa. Tuvieron que arrepentirse y volver a depender de la diestra del Señor para acabar venciendo.
Así es con nosotros también: dependamos del Espíritu Santo y confiemos en la Diestra del Señor, nunca en nuestro propio brazo.
Con nosotros no está un brazo de carne, sino el brazo del Dios Creador y Todopoderoso. Por tanto, podemos tensar el arco de bronce y conquistar todo lo que Él tiene para nosotros.
Os dejo con esta cita tan consoladora; es del tiempo en el que Jerusalén fue sitiada por el rey de Asiria y los de Judá se veían impotentes y derrotados; entonces el rey Ezequías les declaró esto:
Sed fuertes y valientes; no temáis ni os acobardéis a causa del rey de Asiria, ni a causa de toda la multitud que está con él, porque el que está con nosotros es más poderoso que el que está con él. Con él está solo un brazo de carne, pero con nosotros está el Señor nuestro Dios para ayudarnos y pelear nuestras batallas. Y el pueblo confió en las palabras de Ezequías, rey de Judá. 2 Crónicas 32: 7-8.
Dios les BENDIGAedifico mucho mi corazon
ResponderEliminarBendiciones.🙌... Muy buena enseñanza fue de bendición Para mi vida.
ResponderEliminarDios siga usando su vida y le de aún mas sabiduría para enseñar su palabra🔥🙏
En el nombre de Jesus.
Dios lo siga llenando se sabiduría de lo alto Bendiciones!!
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