En el mensaje cuento una anécdota que da pie a la revelación. Fue un día cuando me preguntaron si era evangelista, maestro, pastor... Entonces contesté: "Soy obedecedor", dando a entender que mi servicio es intentar obedecer y que a veces ni sé muy bien qué es lo que soy.
Cuál fue mi sorpresa cuando el Espíritu me habla unos minutos después y me dice: ¿Por qué te ríes con esa palabra? ¡Yo amo esa palabra! Ve al diccionario y verás que no es una construcción errónea como piensas". A partir de ahí no me avergüenza decir que soy un OBEDECEDOR.
Comentarios
Publicar un comentario