Entradas

Cuento 'La anciana, el cazador y el Rey'

Imagen
La anciana, el cazador y el Rey En vídeo:  En audio: Cuento: La anciana, el cazador y el Rey Rugió el león en la selva y lo que en otro tiempo hubiese supuesto obediencia inmediata a la orden de reunirse todos junto a la peña de Leba, en esta ocasión no produjo respuesta alguna. Los monos, siempre tan ruidosos y dicharacheros, se aferraron a las ramas de sus árboles y así quedaron en desleal silencio. Los tucanes hubiesen volado veloces de no haberse interpuesto el consejo de las hienas. Las jirafas escondieron sus cuellos infinitos en la espesura de la jungla y con el corazón latiendo a mil esperaron el siguiente rugido, quietas y rebeldes.  Efectivamente, el león miró perplejo a sus leonas y volvió a llamar a los animales de la selva, pero los únicos que se acercaron aún más fueron sus leoncillos. Gorilas y orangutanes, perdidos en la oscuridad de una cueva, creyeron que el pronóstico de Fisi, la jefa de las hienas, era cierto. Huyó el elefante y el rinoceronte, se sumergió en lo pro

Poema: El contacto de tu mano

Imagen
Poema: El contacto de tu mano   Jesús, no sueltes mi mano que sin tu contacto caigo. ¿El peligro? ¿Negarte? Ya no. Es deslizarme al abismo, al vacío de mi existencia, allí donde la soledad tiene fuerza de Leviatán y sombras: lúgubres formas proyectadas por alas, ángeles caídos, desgraciada tiniebla. Aprieta fuerte mi mano, Señor, que tu presencia a mi lado aleja fantasmas del pasado, me infunde cálida paz, y abrigo... Hay frío, pero ya no vence. Hay guerra, mas no me envuelve. El mundo sigue girando, frenético, mareando a sus moradores sin que nadie gobernarlo sepa. Yo también siento náuseas... Aprendí a caminar aferrado cual padre con niño a tu mano. No dejes, Señor, que deje de tocarte, pues tu virtud es mi resistencia. Dicen: “¡Los últimos tiempos!”. Yo también lo pienso, entonces, ¡probados seréis moradores del orbe! Maldad veremos y engaño sin par. Recuerda que prometiste estar todos los días hasta el fin. ¡Lidéranos! ¡Te necesitamos aquí! Si batallo tras tu bandera, quizá perezca

Cuento: Vuelvo a intentarlo

Imagen
Vuelvo a intentarlo   Un rodillazo en el estómago, seguido de un puñetazo, fue su forma de decirme que no se andaba con rodeos, que aquella sería una pelea a muerte desde el principio. Tomé oxígeno y le di la patada más fuerte que era capaz de lanzar, justo en su costado. Era el momento de la llave que había aprendido tras meses de entrenamiento, y lo hice tan rápido como un pestañeo. Giré sobre mi propio cuerpo apoyado en la pierna izquierda y con el talón de la derecha le propiné un golpe mortal en plena mejilla. Cayó al suelo inmediatamente y gritó con rabia: “¡Maldita sea, has estado ensayando!”. Aquella era la forma en la que Armando y yo pasábamos algunas noches de lunes, jugando al Street Fighter . Y precisamente esa pelea fue mi primera victoria y, para mayor humillación, con el avatar de la china delgaducha. Todavía hoy me pregunto cómo acabamos, dos tipos tan diferentes, viviendo juntos. Yo era amante del silencio y Armando una máquina incansable de hablar. A mí me gustaba la